MARÍA SANTÍSIMA MADRE DE DIOS

Domingo 1° de enero de 2023
Lc 2,16-21

«Fueron, de prisa, y encontraron a María, a José y al niño, acostado en el pesebre. Y después de haberlo visto, refirieron lo que les habían dicho del niño. Todos aquellos que oían se admiraban de las cosas que les habían dicho los pastores. María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Los pastores regresaron, glorificando y alabando a Dios por todo aquello que habían visto y oído, como les habían dicho. Cuando se cumplieron los ocho días prescritos por la circuncisión, le pusieron por nombre Jesús, como había sido llamado por el ángel, ya antes de la concepción».
(Lc 2,16-21)

María, justo ella, que no fue mencionada por los ángeles, resulta ser la primera que fue visitada por los pastores. Ella es la Madre por excelencia, la que ha recibido el privilegio de llevar en su vientre por nueve meses y dar a la luz al niño divino. Es de tal magnitud la gracia que le fue concedida, que Jesús mismo, cuando una mujer de entre la multitud bendice el seno que lo amamantó, respondió con una afirmación que reenvía a la primera causa de la bienaventuranza: “¡Bienaventurados más bien aquellos que escuchan la Palabra de Dios y la observan!” En otras palabras, ¡la grandeza de María está en haber recibido la Palabra de Dios en su corazón, antes de hacerlo en su vientre! Es ella, la discípula y madre, la que nos enseña el secreto: leer la Palabra de Dios – sin la lectura, de hecho, no hay conocimiento de las promesas que el Señor nos/te ha hecho- meditarla relacionándola con la vida concreta y… ponerla en práctica.

¡La Madre no nos dice : ‘mírame’, sino ‘sigue mi ejemplo’, solo así serás bienaventurado (gozoso)!

p. Giuseppe