IV DOMINGO DE CUARESMA (A)

Domingo 19 de Marzo de 2023
Jn 9,1-41 [Breve: 9, 1.6-9.13-17.34-38]

«Los vecinos y los que lo habían visto antes le preguntaron: “¿En qué modo te abrieron los ojos?”. Él respondió: “El hombre que se llama Jesús hizo lodo, lo extendió sobre mis ojos y me dijo: “¡Ve a Siloé y lávate!“. Yo fui, me lavé y comencé a ver”. Le dijeron: “¿Y dónde está ese hombre?”. Respondió: “No lo sé” (…) Los fariseos dijeron de nuevo al ciego: “Tú, ¿qué dices de él, a partir de que te abrió los ojos?”. Él respondió: “¡Es un profeta!”. (…) Jesús supo que lo habían expulsado; cuando lo encontró, le dijo: “Tú, ¿crees en el Hijo del hombre?”. Él respondió: “¿Y quién es, Señor, para que yo crea en él?”. Le dijo Jesús: “Lo has visto: es el que habla contigo”. Él le dijo: “¡Creo, Señor!”. Y se postró delante de él».
(cfr. Jn 9,10-12.17.35-38)

El capítulo 9 del evangelio según san Juan está completamente dedicado a la narración de la sanación de un ciego de nacimiento. Este evento involucra a dos personas: en primer lugar a los vecinos y a los que lo habían visto antes (v.8), que se preguntaban si era él o no. Relatando el acontecimiento, el exinvidente les describe a Aquel que lo sanó como un hombre, un hombre que se llama Jesús, nada más.

Después participan los fariseos (v. 15), a partir de ahí el hombre es llevado porque el milagro sucedió un sábado. ¡Ellos están divididos: algunos ven a Jesús como un pecador, porque no observa el sábado; otros, no logran concebir cómo un pecador pueda obrar tales signos! Impulsado por los fariseos, el hombre sanado define a Jesús como un profeta, entonces, ya no solo como un hombre, sino como un enviado por Dios.

En fin, los judíos (v.18), que representan a la institución religiosa y política, en alguna forma contraria a Jesús. Estos, queriendo negar el milagro, quisieran negar que el hombre nació ciego. Interrogan entonces a sus padres, que confirman su ceguera congénita. Por miedo a ser “excomulgados”, afirman que no saben cómo y quién le dio la vista. Los judíos regresan con el invidente que fue sanado para encontrar respuestas y nace un diálogo tal que él es expulsado. Afuera, encuentra a Jesús, que se le presenta como el Hijo del hombre. El ex-ciego ahora cree, y se postra para adorarlo.

Este ciego representa a todos aquellos que no tienen el don de la fe para ver la presencia de Jesús. Recibe el don de la vista y gradualmente, como en un camino, llega a la luz que es la fe-confiada en Jesús. También nosotros deberíamos tener las actitudes de este hombre: reconocer nuestra ceguera, obedecer a las indicaciones del Señor y estar dispuesto también a ser “excomulgados” de la sociedad, de la familia, de los amigos, de la mentalidad anticristiana actual… ¡Es el precio que deberíamos estar listos a pagar por el Evangelio!

p. Giuseppe