VI DOMINGO DE PASCUA (A)

Domingo 14 de Mayo de 2023
Jn 14,15-21

«Si me aman, obedecerán mis mandamientos; y yo rogaré al Padre, y les dará otro Paráclito para que esté con ustedes para siempre, el Espíritu de la verdad, al que el mundo no puede recibir porque no lo ve ni lo conoce. Ustedes, en cambio, lo conocen porque está con ustedes y estará en ustedes».
(Jn 14,15-17)

El evangelista Juan relata el largo discurso de despedida de Jesús a sus apóstoles, en el contexto de la Última Cena. El ambiente es íntimo y el Maestro les transmite la esencia de su mensaje: el Amor. Un concepto tan inflado en nuestros días que, por desgracia, en muchos casos se degrada su auténtico significado.

Jesús comienza el discurso con un «si». Es una conjunción de una sola sílaba, pero decisiva para el sentido de la frase: pone de relieve el margen de eventualidad debido a la LIBERTAD humana. Ha llegado la hora de que los discípulos se decidan a ser protagonistas y no meros espectadores del amor de Jesús.

Como para los discípulos, ha llegado la ocasión de que todos nos decidamos a amar y a querer seguir amando, a pesar de las dificultades, del cansancio, a pesar de la falta de transporte sentimental… Amar implica una decisión libre: ¡Quiero responder! En este caso, al amor de Jesús que me amó primero.

Jesús dice: si han decidido amarme, observarán mis mandamientos. Pero, ¿cuáles son? En todo el Evangelio de Juan, no encontramos ninguna lista de mandamientos o preceptos, excepto uno, en singular, en el cap. 13, v. 34-35: “Les doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros. Como yo los he amado, así también ámense los unos a los otros. En esto conocerán todos que son mis discípulos: si se aman los unos a los otros». Por tanto, los mandamientos en plural se refieren a su vez al «mandamiento nuevo» del amor mutuo. Es precisamente en este punto en el que nos jugamos nuestra vida de fe. Está claro que la experiencia cristiana no es un asunto privado, sino que nos impulsa a salir hacia los demás y estar dispuestos a lavar los pies y ser lavados, a perdonar y ser perdonados, a querer el bien y lo mejor para los demás, a superar la fuerza centrípeta del egoísmo y la cerrazón. El amor no consiste tanto en sentimientos o palabras, ¡sino en obras, perdón, aceptación…!

La decisión más importante y madura de nuestra vida es amar, todo lo demás es consecuencia de ella. Como dice San Agustín en su famoso aforismo: «ama y haz lo que quieras». (Comentario a 1 Jn 7,8).

p. Giuseppe