XIX DOMINGO DEL T.O. (A)

Domingo 13 de Agosto de 2023
Mt 14,22-33

«Al verlo caminar sobre el mar, los discípulos se espantaron y dijeron: «¡Es un fantasma!» Y gritaron de miedo. Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: «Ánimo, soy yo; no teman». Pedro le respondió: «Señor, si eres tú, mándame ir a ti sobre las aguas». Y él le dijo: «¡Ven!». Pedro bajó de la barca, caminó sobre las aguas y se dirigió hacia Jesús. Pero viendo que el viento era fuerte, tuvo miedo y, empezando a hundirse, gritó: «¡Señor, sálvame!». Al instante, Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: «Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?».
(Mt 14,26-31)

Tras el acontecimiento de la multiplicación de los panes y los peces, que tuvo lugar como en un «congreso» al aire libre donde se reunieron más de 5000 personas, Jesús sintió la necesidad de encontrarse con el Padre en la intimidad de la oración. Vemos a menudo en los evangelios el equilibrio que el Maestro tenía entre la llamada vida activa y la contemplativa. Para ello, obliga (literalmente) a sus discípulos a subir a la barca y precederle hasta la otra orilla. Hacia el final de la noche, Jesús desciende de la montaña y, caminando sobre las aguas del lago, alcanza a sus discípulos, a quienes la tempestad impidió navegar. Todos ocupados (y pre-ocupados) remando, al verlo caminar sobre las aguas se quedan estupefactos. El verbo griego utilizado es taràsso, que significa que su agitación es similar a la de las aguas del mar. Jesús, al verlos asustados, los anima inmediatamente.

Mateo es el único evangelista que continúa esta narración: Pedro entra en escena, baja de la barca y comienza a caminar sobre el mar, en dirección a Jesús, por la fuerza de su llamado. Se tiende a criticar a Pedro y a subrayar su falta de fe, pero más bien se subraya su gesto de confianza y se reconoce que «ha caminado sobre el mar», al menos durante un tiempo.

¿Y qué ocurre después? Pedro se asusta y empieza a hundirse. Jesús le agarra y le dice: «¿Por qué has dudado?». El verbo utilizado es distàzo, que etimológicamente recuerda «estar de dos lados», «estar en dos lugares»… De hecho, Pedro no está seguro de que sea Jesús quien le ordena caminar sobre el mar («Señor, si eres tú») y, por eso, parte de su corazón permanece en la barca; además, no mantiene la mirada sólo en Jesús, sino que la desplaza hacia otro lugar, sobre los efectos de la fuerza del viento.

Como le sucedió a Pedro, también nos sucede a nosotros: muchas veces en la vida somos llamados a salir de la barca -es decir, de nuestras certezas- y a caminar en la tempestad, en el mar de las dificultades. En esos momentos, Jesús nos pide que pongamos toda nuestra confianza en Él, que está delante de nosotros y nos asiste. Sólo manteniendo la mirada fija en Él, hasta el final, sin desviarla hacia ninguna otra cosa, superaremos las dificultades en Jesús y con Jesús, y la agitación de las aguas no perturbará nuestro corazón.

p. Giuseppe