II DOMINGO DE ADVIENTO (B)

Domingo 10 de Diciembre de 2023
Mc 1,1-8

«Comienzo de la buena noticia de Jesús, Mesías, Hijo de Dios. Según está escrito en el profeta Isaías: Mira, envío mi mensajero delante de ti, el cual preparará tu camino. Voz del que grita en el desierto: ¡Preparen el camino al Señor; nivelen sus senderos!. Apareció juan el Bautista en el desierto, predicando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados. Toda la región de Judea y todos los habitantes de Jerusalén acudían a él y, después de reconocer sus pecados, Juan los bautizaba en el río Jordán».
(Mc 1,1-5)

El Evangelio de Marcos comienza con un versículo que resume por sí solo la grandeza y la belleza del nuevo pacto.

Comienzo del Evangelio: estamos acostumbrados a escuchar la palabra «Evangelio», pero es bueno recordar su significado: ¡un buen anuncio, una buena noticia que produce alegría!

de Jesús: de Yeshúa. Es él quien lo proclama, pero también es su objeto. El significado de este nombre hebreo se encuentra en Mateo 1,21, cuando un ángel del Señor anuncia a José en sueños que María, su mujer, dará a luz un hijo, «y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados». Por lo tanto, el nombre significa: Dios salva. Según la mentalidad bíblica, el nombre constituye la realidad de la persona, su misión.

Cristo: Esta es la palabra griega para la palabra hebrea mashìach /ma·shi·aj/ (Mesías), que significa ‘ungido’. Los judíos esperaban la llegada del Mesías anunciado por los profetas, es decir, el ungido por el Señor Dios. Recordemos, por ejemplo, Isaías 61: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha consagrado con la unción…» Jesús, después de haber proclamado esta misma profecía en la sinagoga de Nazaret, dice: «HOY se ha cumplido esta Escritura» (Lc 4,21). Es, por lo tanto, el Rey Mesías, el descendiente de David que había de venir.

Hijo de Dios: Los reyes del Antiguo Testamento eran reconocidos como «hijos de Dios», pero en sentido figurado, es decir, como escogidos por Dios para guiar al pueblo; el verdadero Rey es, de hecho, Dios mismo. La concepción de Jesús es, por tanto, inimaginable para la mentalidad judía de su tiempo, aunque algunas profecías, como Is 7,14, hablan de la señal dada por Dios: la virgen concebirá y dará a luz a un hijo que se llamará Emanuel, Dios con nosotros.

Continuando la lectura, se presenta el precursor: Juan el Bautista. Él es el puente, el contacto entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. La misión de Jesús está injertada en el Antiguo Testamento a través de la figura de Juan el Bautista.

¡El evangelio es la siempre nueva buena noticia! Comencemos, pues, esta lectura dejándonos fascinar por lo que hizo y dijo Jesús, el Anunciador y el Anunciado, y, sobre todo, por lo que sucedió al «final»: Su poderosa resurrección, que marcó un nuevo comienzo para la humanidad.

p. Giuseppe