III DOMINGO DE CUARESMA (A)

Domingo 12 de Marzo de 2023
Jn 4,5-42 [Breve: 4, 5-15.19b-26.39a.40-42]

«Llegó una mujer samaritana a sacar agua. Jesús le dijo: “Dame de beber. […] Si tú conocierás el don de Dios y quién es el que te dice : “¡Dame de beber!”, tú le habrías pedido y Él te habría dado agua viva”. […]
La mujer dejó su ánfora, se fue a la ciudad y dijo a la gente:: “Vengan a ver a un hombre que me dijo todo lo que he hecho. ¿Será él el Cristo?” […] Muchos Samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que testificaba: “Me ha dicho todo aquello que he hecho”».
(Jn 4, 7.10.28-29.39)

Cuando Jesús supo que los fariseos se habían enterado del hecho de que él bautizaba, dejó Judea y se dirigió a Galilea. ¡El evangelista dice que “debía” pasar por Samaría, pero ciertamente no era por una necesidad geográfica! Samaría era, además, una región que no era amiga de los judíos. Es una necesidad, que nace de un deseo, el de llevar a todos el mensaje salvífico, incluyendo a los “enemigos”.

Casi todo un capítulo del evangelio de Juan, el cuarto, está dedicado al encuentro de Jesús en Samaría con una mujer del lugar. A partir de este encuentro atípico surge un diálogo que es fuente inagotable de significado y que nos muestra a Jesús como evangelizador, modelo para nosotros. “Siendo rico se hizo pobre por nosotros, … para que nos convirtiéramos en ricos” (2Cor 8,9).

Jesús para la mujer samaritana es:

  • judío (v. 9), es decir, enemigo;
  • señor (v. 11), no como título cristológico, sino como un apelativo que denota respeto y cortesía;
  • quizás mayor que nuestro padre Jacob (v. 12);
  • profeta (v. 19);
  • ¿será Él el Cristo? (v. 29).

Y esta es en cambio la actitud de Jesús hacia ella:

  • Dame de beber (v. 7). ¡Jesús tiene sed no solo física, sino sed de amor!
  • Si tú conocierás el don de Dios y quién es el que te dice: “¡Dame de beber!”, tú le pedirías y él te daría agua viva (v. 10). ¡Jesús no le “da un sermón o predica moral”, sino que pone el acento en el don de Dios y no en el ‘debes’!
  • Muchos Samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que testificaba: “Me ha dicho todo lo que he hecho” (v. 39).

Aprendamos de Jesús, el evangelizador por excelencia: sin amor (sed) por los otros, no salimos de casa, sin sed no vencemos el prejuicio. No insistamos en la moral, que porta inebitablemente al ‘debes’, sino más bien al don de Dios, que es capaz de librar, de romper cadenas y satisfacer verdaderamente nuestra sed. Haciendo esto, obtendremos no solo que el otro reciba a Jesús, sino que también dará testimonio inmediatamente.

¡La evangelización auténtica, de hecho, no solo evangeliza al otro, sino que lo convierte en evangelizador!

p. Giuseppe