Ser uno en Cristo Jesús es la consecuencia sobrenatural del ser hijos de Dios; renacidos por el agua y el Espíritu formamos un solo cuerpo: el Cuerpo de Cristo. Esta realidad que nos es donada como participación del Amor Trinitario es permanente y está llamada a crecer siempre más porque es expresión del Amor divino.

Como el Verbo de Dios, el Hijo del Padre, vino en el seno de María para asumir nuestra naturaleza humana y convertirse para siempre en Jesús Cristo, el hombre nuevo, así el Espíritu Santo viene en nosotros para que nos convirtamos en una cosa sola con nuestros hermanos. Esta unión espiritual constituye la comunidad de Jesús, nuestra comunidad, y el ser uno en la historia humana significa caminar juntos: de la mano hacia la única meta común, la del Cielo.

Nuestras manos deben estar siempre unidas como en una gran cordada, y esto significa mantenernos unidos al Señor Jesús. En Él estamos unidos entre nosotros, porque no nos desviamos de acuerdo a nuestros intereses o propósitos, sino que estamos firmes, orientados, a la voluntad del Padre que Jesús ha realizado plenamente hasta el final. Caminar juntos es la forma normal y constitutiva de ser y de vivir de los discípulos de Jesús. Perseverando en este modo el proyecto de salvación del Señor se cumplirá de acuerdo a sus diseños benévolos y maravillosos. Aprendamos a ser uno en el Amor de Jesús y avanzaremos como Koinonía para la gloria del Padre y la salvación del mundo.

En nuestra historia personal y comunitaria vivimos la realidad de aquellos que se separaron de la cordada y de otros que permanecieron unidos. Dios tiene el poder de recomponer en una nueva unidad a los que ya no están con nosotros y sabe sacar el bien también del mal, pero para quien permanece unido es necesario que sepa vencer con la ayuda del Señor, toda tentación de separación. Se debe aprender a ser más que a hacer: ser humildes, pobres, agradecidos, siervos, fieles, hospitalarios, comprensivos, estar dispuestos al perdón y a ser perdonados. La vía maestra es la descrita por san Pablo en 1Cor 13, el himno a la caridad. Todo ello con plena conciencia de la gracia de Dios que está en el origen de todo llamado y que nos obliga a respetarnos, a recibirnos, a perdonarnos, a animarnos, a apreciarnos, al amor recíproco.

El caminar juntos es expresión de unidad, aquella unidad que es don del Señor y que por sí sola permite al Reino de Dios crecer manifestándose como luz en la oscuridad. Caminando juntos permitiremos a los otros unirse a nosotros y así crecer siempre más. Si somos miembros de Cristo, unidos entre nosotros, caminando juntos el Espíritu Santo obrará siempre en nosotros.

P. Sandro Bocchin