FIESTA DE LA S. FAMILIA DE JESÚS (B)

Domingo 31 de Diciembre de 2023
Lc 2,22-40

«Cuando se cumplieron los días de su purificación ritual, conforme a la ley de Moisés, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la ley del Señor: ‘Todo primogénito varón será consagrado al Señor’, y para ofrecer como sacrificio un par de tórtolas o dos pichones, como prescribe la ley del Señor. […] Y aconteció que cuando hubieron cumplido todas las cosas conforme a la ley del Señor, regresaron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño crecía y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba sobre él».
(Lc 2,22-24.39-40)

El evangelista Lucas pinta el icono de la familia de Jesús. El color que más destaca es el de la lealtad a la ley. Este término, ‘ley’, no hace justicia a la Torá hebrea original. La raíz del término Torá, de hecho, se refiere más bien a la instrucción, a la indicación, a la enseñanza… conceptos típicos de la pedagogía. A través de la Torá, Dios señala al pueblo de Israel el secreto de la bendición, la prosperidad y la paz.

Observando la ley, María espera 40 días después del nacimiento de Jesús, ya que el parto era una de las cosas que causaban la «impureza del culto», sin tener ninguna connotación moral (cf. Lv 12, 2-8). Pues bien, cuando estos días se cumplen, María y José suben al templo de Jerusalén y ofrecen un par de tórtolas para la purificación de María, según la ley del Señor. La ley exigía un cordero con la estipulación de que aquellos que no podían permitírselo podían ofrecer un par de tórtolas o palomas (cf. Lv 5:7; 12,8).

En el templo, los padres presentan al niño Jesús al Señor. La ley prescribía para cada primogénito varón el pago de 5 siclos como «rescate», en memoria de la liberación de Egipto, pero no preveía la presentación.

En resumen, la Sagrada Familia de Nazaret es una familia que:

– es fiel a la ley del Señor que, cuando se aplica, da libertad y permite vivir en la bienaventuranza y la prosperidad;

– vive del trabajo de sus manos. Sabemos por los Evangelios que José era carpintero. No tienen grandes posibilidades económicas y por eso viven en dependencia del Señor. La riqueza es a menudo un obstáculo en el camino de la fe, no porque sea un mal en sí misma, sino porque nuestro corazón tiende a ligarse a ella y a hacernos confiar en los bienes materiales;

presenta a su hijo al Señor. Literalmente, lo ofrece, lo pone a disposición. Todo padre temeroso de Dios está llamado a dar este paso en lo más profundo de su corazón y en su relación con su hijo. Los hijos no son nuestros, todos somos del Señor, ¡Él nos ha redimido y le pertenecemos a Él!

Al poner en práctica estos conceptos sencillos pero fundamentales, todas las familias pueden vivir en la bendición y la paz que el Señor desea para cada una de ellas.

p. Giuseppe