“He aquí, yo hago nuevas todas las cosas” (Ap 21,5).

La Navidad es una Fiesta de particular gozo, porque el Salvador nace para nosotros, es decir, nace para nosotros la certeza de que no estamos abandonados, sino que nuestro Dios se ocupa de nuestras dificultades y miserias, hasta el punto en que Él se hace pequeño – débil – niño por nosotros, para que podamos recibir de Él la fuerza divina: de su debilidad nos viene la fuerza y el gozo en los corazones.

En este último tiempo he encontrado diversas personas con autoridad en el ámbito eclesiástico y a partir de estas visitas surgió en mi corazón una certeza: la Koinonía entró en una nueva etapa de su vida, tan nueva que casi parece diferente de la anterior. Esta Navidad – estoy particularmente convencido – de que marcará el inicio de la novedad de este tiempo que, por lo que percibo, la Koinonía estará siempre más dentro del ámbito eclesiástico.

Siempre más la Koinonía es vista por los Obispos que nos reciben como un precioso recurso pastoral y eclesial en el tiempo particular en el que vivimos.

Un signo tangible de cuanto afirmo es la invitación por parte de las autoridades eclesiásticas a colaborar en las actividades pastorales en las diferentes diócesis. Una expresión bellísima de lo que estoy compartiendo es la invitación que una diócesis de Argentina dirigió a nuestro padre general Giuseppe, ofreciéndonos una gran oportunidad, la de poner en acción las características propias de la Koinonía, su identidad Ke-Ka-Kò, es decir la proclamación del kerygma, el ejercicio de los carismas del Espíritu y la realización de una comunidad que evangeliza como pueblo. P. Giuseppe fue a Argentina, acompañado por nuestro hermano p. Gennaro, para verificar con el obispo y sus colaboradores los pasos necesarios para establecer una Koinonía. Como pueden imaginar, esta invitación tiene para mí un significado profundo, siendo Argentina mi tierra natal. P. Giuseppe regresó feliz del viaje y agradecido por como lo recibió el Arzobispo residente y los Obispos eméritos presentes en la curia episcopal.

Permaneciendo en la perspectiva del tiempo nuevo, es motivo de gozo el reciente nombramiento cardinalicio del Patriarca de Jerusalén, que como bien saben, ya como Custode de Tierra Santa ha recibido y favorecido la inserción y el asentamiento de la Koinonía Juan Bautista en la tierra de Jesús. En todos estos años, no ha faltado la ocasión para mostrar su cercanía a nuestra comunidad y por esto la Koinonía le agradece.

Permaneciendo en la perspectiva del tiempo nuevo, es motivo de gozo el reciente nombramiento cardinalicio del Patriarca de Jerusalén, que como bien saben, ya como Custode de Tierra Santa ha recibido y favorecido la inserción y el asentamiento de la Koinonía Juan Bautista en la tierra de Jesús. En todos estos años, no ha faltado la ocasión para mostrar su cercanía a nuestra comunidad y por esto la Koinonía le agradece.

Sabemos que el Señor guía la historia y que es Él el que suscita relaciones y amistades que contribuyen a llevar el testimonio gozoso del Niño que ha nacido para nosotros. No quiero olvidar la poderosa intercesión de la siempre virgen María presente al lado de Jesús en la obra de Redención de la humanidad. Todo esto debe cancelar de nosotros todo desaliento – murmuración.

Para concluir, los invito a dar gracias conmigo a José, esposo de María, a Juan Bautista, precursor de Jesús y a nuestros hermanos Emanuele, Ignace y a la hermana Franca, así como a tantos otros de la Koinonía que, en presencia del Padre bajo la acción del Espíritu Santo, interceden por nosotros.

¡Feliz Navidad!

Su Fundador, p. Ricardo Argañaraz