XXVI DOMINGO DEL T.O. (A)

Domingo 1 de Octubre 2023
Mt 21,28-32

«¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos. Se dirigió al primero y le dijo: ‘Hijo, vete hoy a trabajar en la viña’. Y él le contestó: ‘No tengo ganas’. Pero luego se arrepintió y fue. Se volvió al segundo y le dijo lo mismo. Y él respondió: ‘Sí, señor’. Pero no fue. ¿Cuál de los dos cumplió la voluntad de su padre?». Respondieron: «El primero». Jesús les dijo: «En verdad les digo que los publicanos y las prostitutas les llevan ventaja para entrar en el Reino de Dios. Porque Juan vino a ustedes por el camino de la justicia, y ustedes no le creyeron; pero los publicanos y las prostitutas sí le creyeron. Ustedes, por el contrario, vieron estas cosas, pero ni siquiera se arrepintieron para creerle». (Mt 21,28-32)
(Mt 21,28-32)

“Tra il dire e il fare c’è di mezzo il mare”, así dice un antiguo refrán italiano que podemos traducir con “Del dicho al hecho hay mucho trecho” y reflejan bien nuestra condición humana. Incluso en el caso de los dos hijos de esta parábola, ¡no hay correspondencia entre el decir y el hacer! El primer hijo, sin embargo, va más allá del decir, a diferencia del segundo, cuya palabra se queda en el plano de las buenas intenciones, que sin embargo no sirven para nada. Por eso Jesús, aunque no alaba al primer hijo, está de acuerdo con sus discípulos en que el hacer tiene prioridad sobre el decir.

Para Dios no hay distinción entre decir y hacer, hasta el punto de que la palabra hebrea davàr significa tanto ‘palabra’ como ‘cosa’. Jesús mismo es la Palabra hecha Carne. Las palabras sirven para iluminar los hechos, del mismo modo que sirvieron para iluminar los signos que Jesús realizó.

Entre el decir y el hacer del primer hijo, se produce un proceso que se denomina arrepentimiento: metamèlomai, en griego. Meta = ir más allá, mèlomai = lo que me es querido. En esta ocasión, el hijo fue más allá de sus sentimientos y de sus planes; fue más allá de ellos para dar cabida a los deseos de su padre.

En nuestra vida cristiana, tener la capacidad de recapacitar, de cuestionarse, de ir más allá del propio deseo o proyecto, es una actitud decisiva y virtuosa.

Entre estos dos hermanos, ninguno es perfecto, pero el primero aprovecha el tiempo, no lo pierde, sabe que el padre es misericordioso, no se deja paralizar por el remordimiento de lo que ha dicho y va.

S. Francisco de Asís dice: «Prediquen el Evangelio, y si es realmente necesario, usen también palabras». Los hechos son decisivos y el hecho más importante es la obediencia a la Palabra de Dios. También Jesús se hizo obediente hasta la muerte y muerte de cruz. Este es el único camino que nos da vida, alegría y paz.

p. Giuseppe