CONMEMORACIÓN DE LOS FIELES DIFUNTOS

Jueves 2 de Noviembre de 2023
Jn 6,37-40

«Todo lo que el Padre me dé, vendrá a mí; al que venga a mí, no lo echaré fuera, porque no he bajado del cielo para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Y ésta es la voluntad del que me envió: que yo no pierda nada de lo que me ha dado, sino que lo resucite en el último día. Porque ésta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna; y yo lo resucitaré en el último día».
(Jn 6,37-40)

A pesar de la presencia de más verbos relacionados con el ver que con el oír, la primacía de la revelación en la Biblia se confía al oír. Basta pensar en la enseñanza central de la fe judía, el Shemá Israel: «Escucha Israel», una escucha que está intrínsecamente ligada a la obediencia, a actuar según el mandato recibido. El Dios de Israel se revela en la Palabra, y Jesús mismo es la Palabra, el Verbo hecho carne.

Según los estudiosos, el verbo «ver» del versículo 40 no se refiere tanto a una percepción sensorial, ni a un testimonio ocular. Por el contrario, debe entenderse como un encuentro; ¿con quién y con qué? Con Jesucristo crucificado, que se entregó por cada uno de nosotros mediante el escándalo de la cruz. Es una percepción espiritual de ese escándalo. El cristiano, para ser tal, debe haberse encontrado con Cristo crucificado y resucitado, haberlo visto no tanto de manera sensible o intelectual, sino ciertamente espiritual. ¡Se trata, pues, de un ver vinculado a la fe, que indica el carácter personal y existencial del encuentro con Jesús, Hijo de Dios, icono del Padre y de su Amor! Esta revelación-encuentro nos lleva a un conflicto y provoca una decisión: o nos escandalizamos de la cruz, o se convierte en poder de Dios para nosotros. La decisión es, pues, entre el rechazo o la aceptación, es decir, creer, con una fe no dogmática, sino confiada.Entonces, la muerte ya no da miedo, ya no tiene la última palabra; entonces experimentamos ya desde esta tierra la realidad de la vida eterna. ¡La muerte de Cristo es mi muerte, su resurrección es mi resurrección! Esta es nuestra fe y nuestra esperanza.

p. Giuseppe