V DOMINGO DEL T.O. (A)

Domingo 5 de febrero de 2023
Mt 5,13-16

«Ustedes son la sal de la tierra; ¿pero si la sal pierde el sabor, con qué se salará? Ya no sirve para nada, sino para tirarla fuera y que la pisen los hombres. Ustedes son la luz del mundo; no puede ocultarse una ciudad situada en la cima de una montaña, tampoco se enciende una lámpara para cubrirla bajo la celosía, sino que se pone en el candelero, para que así alumbre a todos los que están en la casa. Así brille su luz delante de los hombres, para que vean sus buenas obras y den gloria a su Padre que está en los cielos».
(Mt 5,13-16)

Después de haber proclamado las Bienaventuranzas, Jesús continúa el discurso con afirmaciones relacionadas con el ser mismo del discípulo: sal de la tierra y luz del mundo. ¿Pero, cuáles son las características de estos elementos de acuerdo a la Biblia?

Sal
En el libro del Eclesiástico (39,26) la sal está incluida en la lista de los artículos de primera necesidad para la vida del hombre, ¡inclusive antes de la harina! La sal sirve para dar gusto y conservar los alimentos, pero es interesante subrayar, en Números 18,19, como Dios estipula una alianza con Aarón y su descendencia, «una alianza inviolable, perenne», que en hebreo suena así: berit melach olam, es decir, literalmente, “alianza de sal”, ¡símbolo entonces de fidelidad!
La presencia de los discípulos en el mundo se compara entonces con la de la sal en los alimentos: Llamados a dar sabor, gusto a la vida, pero también a vivir con una mirada sabia, abierta a la vida eterna y a la Providencia divina que gobierna todo… ¡sin olvidar la fidelidad!

Luz
En el salmo 27,1 encontramos que «Dios es mi luz»; en 1Jn 1,5 «Dios es luz»; en el salmo 119,105 «tu Palabra es lámpara para mis pasos»; quien practica y enseña la Palabra es «luz de las naciones» de acuerdo a la profecía de Isaías (42,6; 49,6). Se trata claramente de una profecía que se refiere al Mesías, tanto que en Jn 8,12 Jesús dice: «¡Yo soy la luz del mundo!». Nosotros participamos entonces de la luz de Jesús Mesías, en Él somos luz junto a nuestros hermanos.

¡Ocupémonos entonces de ser sal y luz, es decir, de permanecer fieles a Él!

p. Giuseppe